Procesos de duelo

La pérdida de alguien significativo produce una amplia gama de reacciones, que son normales después de esta experiencia. Muchas personas son capaces de afrontarlas y de verles un final al duelo. Sin embargo, otras tienen problemas a la hora de resolver sus sentimientos respecto a la pérdida y esto puede dificultar su capacidad para reanudar su vida normal. En estos casos, el asesoramiento psicológico les puede ayudar a resolver el duelo de manera más eficaz.

 Elaborar un duelo es un proceso que lleva tiempo, y con la ayuda del asesoramiento podemos ofrecer la esperanza de que se puede hacer algo, de que hay un punto final, una solución a los sentimientos de impotencia que experimentan muchas personas. El duelo es un proceso que implica cuatro tareas que a grandes rasgos paso a describir:

 

  • 1. Aceptar la realidad de la pérdida: Algunas personas quedan bloqueadas en esta primera fase, negando la realidad, el significado o la irreversibilidad de la pérdida.
  • 2. Trabajar las emociones y el dolor de la pérdida. El dolor físico, emocional que muchas personas experimentan y que es necesario identificar y trabajar. Se manifiesta  con síntomas como el aislamiento y desatención personal.
  • 3. Adaptarse a un medio en el que el fallecido está ausente. El superviviente no es consciente de todos los roles que desempeñaba el fallecido, hasta que pasa algún tiempo después de la pérdida. El duelo puede suponer una regresión intensa, en la que las personas se perciben a sí mismas como inútiles, incapaces, en quiebra. Con el tiempo estas imágenes negativas dan paso a otras más positivas y los supervivientes son capaces de continuar con sus actividades y aprender nuevas formas de enfrentarse al mundo.
  • 4. Recolocar emocionalmente al fallecido y continuar viviendo. El duelo acaba cuando la persona ya no necesita reactivar el recuerdo del fallecido, con una intensidad exagerada en el curso de la vida diaria. La tarea del asesor no es ayudar a  la persona en duelo a que renuncie al fallecido, sino ayudarle a encontrar un lugar adecuado para él en su vida emocional, un lugar que le permita seguir viviendo de manera eficaz.

 El duelo acaba cuando se han completado las cuatro tareas. Es imposible establecer una fecha definitiva, aunque en la biografía encontramos opiniones de todo tipo: cuatro meses, un año, dos… Desconfío de que se pueda resolver plenamente antes de un año, si lo que hemos perdido es una relación muy cercana, incluso dos años no es mucho para algunas personas. Para que el duelo progrese, tendrán que tener en cuenta que habrá malos días, no se trata de un proceso lineal. Parte de mi trabajo sería ayudarles a ver que el dolor no desaparecerá en cuatro semanas ni tampoco en cuatro meses, y a recobrar poco a poco la ilusión por continuar con la vida propia.